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Contra ejercicios como las pesas o correr, quizá nadar no sea tu primera opción cuando piensas en un ejercicio para bajar de peso, pero deberías considerarlo.
Los entrenamientos de natación queman grasa, reducen tallas y te ayudan a sentirte más fuerte, con mejor condición física y más saludable que nunca.
No hay otro ejercicio que queme calorías, acelere el metabolismo y reafirme cada músculo sin lastimar tus articulaciones, como lo hace la natación.
Una hora de natación a un ritmo agradable quema aproximadamente 500 calorías y si lo haces con un esfuerzo vigoroso puedes llegar incluso a las 700 calorías.
El agua de la alberca provoca una resistencia que fortalece todos tus músculos, especialmente los del abdomen, caderas, brazos, hombros y gluteos.
Por lo tanto, además de quemar cientos de calorías al nadar, construyes músculo magro, lo que acelera tu metabolismo para quemar más calorías una vez que te has duchado y secado.
Una buena rutina es la diferencia
Todos los que entran a la alberca por primera vez, sienten que podrán nadar durante media hora y a los cuatro minutos ya están jadeando en la orilla de la alberca pues no están acostumbrados al esfuerzo.
Por eso te proponemos un plan que vaya sumando poco a poco el esfuerzo hasta lograr un nivel óptimo de quema de calorías.
La clave para una rutina de natación es dividirla en segmentos cortos, así como combinar los diferentes estilos e intensidades.
Empieza nadando dos vueltas con un esfuerzo medio. Descansa por 30 segundos y repite esta combinación 10 veces.
Haz esto durante dos o tres veces a la semana durante las primeras dos semanas.
Si no has nadado en mucho tiempo, usa una tabla para las primeras vueltas.
Practica los diferentes estilos pues obtendrás resultados diferentes con cada uno. El dorso te sirve para mejorar tu postura mientras que el pecho trabaja la cadera y los músculos del muslo interno que rara vez se trabajan en el gym.
